sexta-feira, 3 de maio de 2013

Porque o Mundo é um momento…


Após uma breve ausência de 2 semanas estou de volta inspirada pela certeza de que a vida é uma caixinha de surpresas e de que o mundo é mesmo uma ervilha (ou um lenço de assoar, segundo os espanhóis). Acordamos de manhã e nunca sabemos como vai terminar o dia.

No outro dia fui até ao Francomoçambicano para visitar uma exposição sobre a bonita arquitectura de Maputo, “Maputopia”, e achei que a cara de duas das senhoritas que estavam sentadas na esplanada não me eram nada estranhas (concretamente a cara de uma e as costas da outra). Aproximei-me e pude confirmar que eram as minhas companheiras de EstudosAfricanos, a Inês e a Helena que estavam de férias e em prospecção de negócios na cidade das Acácias.


Seguiram-se dias de amena cavaqueira e galhofa, passeios, trocas de contactos, de amigos e muitas chamussas (gosto mesmo de chamussas, que pena!). Actualizámo-nos sobre o paradeiro de colegas e professores da Faculdade: uns casados, nenhum viúvo, outros aqui, acolí e acolá, um morto, um babyboom e a constatação de que há poucos que estejam a trabalhar na ramo e de que a Banca é uma área sortuda.

A Helena descobriu a verdadeira vocação: Massagem, Naturopatia, Reflexologia e outras ciências naturofilosóficas de cariz alternativo. Os olhos dela brilham quando fala do trabalho. Não posso deixar de sentir certa inveja das pessoas que conseguiram encontrar ainda tão jovens- ou até mesmo mais tarde- a meia-laranja profissional. Deve ser uma alegria acordar de manhã sem rabugice, nem receios pelas broncas do chefe. Ver o fim-de-semana chegar ao fim sem a típica letárgia de Domingo. (contacto profissional da Helena: helenacancado@gmail.com)

Este encontro com amigas mulheres levou-me a outras reflexões sobre as mulheres em geral. A capacidade que temos de nos reinventarmos e reciclarmos entre um sorvo de café, um parágrafo sério e uma cusquice. Não obstante a velha máxima inegável que afirma que as mulheres são “cabras” umas com as outras, é mesmo verdade que quando as mulheres se juntam a pensar o mundo fica um bocadinho mais civilizado. Para isso, basta que não deixemos corromper os nossos corações pela inveja extrema e sobérbia e as relações no feminino têm todos os ingredientes para funcionarem!
Posto isto decidi publicar aqui um texto sobre mulheres que vem muito a propósito da solidariedade feminina como sinónimo de desenvolvimento.

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor del fuego

Alguien me dijo que no es casual…que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.
Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escucha
ndo, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.
Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.
Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.
Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “veníte el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.
El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo…detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.
Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.
Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.
Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.
Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.
Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.
Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.
Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.
Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.

Simone Seija Paseyro
Los Ojos del alma
fonte: http://esasmujeres1390.blogspot.com/



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