Después de casi un año de ausencia me he ido por Madrid.
Necesitaba estar con mi gente, con esos amigos que me han acogido en sus corazones y me han hecho sentir que yo soy irremediablemente de ahí. De los libros se aprende mucho....y como...pero lo más bello y grande que he aprendido de mis buenos castellanos me lo han enseñado ellos mismos. Y cuando miro hacia atrás no dudo en decir que algunos de los mejores años de mi vida me los he pasado en España. Porque ahí me sentía parte de un todo, la pieza de un puzle que ya ni mismo soy capaz de sentirme en mi proprio país. Cuando llegó el momento tan deseado me marché añorándole pero mirando hacía el futuro con la más genuina ilusión de que estaba haciendo lo correcto y de que el futuro me traería algo mucho más dulce que el sabor que me había dejado mi querida España. No sabía yo que el trago sería más bien agridulce y que la vida siempre esta dando vueltas a todas cosas. Tantas vueltas que hay veces que nos mareamos.
Mi vida ha dado muchas vueltas desde la última vez que había ido por ahí. Lo aposté todo y lo perdí todo. Puedo decir que rocé las tinieblas, perdí la luz en la mirada. Me agarré a la más débil esperanza y casi la perdí porque hay veces en que uno sólo no puede con todo. Sé que sigo en la cuerda floja pero también estoy aprendiendo que no esta mal asumir que duele y que cuesta. Que el reconocimiento tarda o no llega nunca pero que el tiempo se encarga de poner todo en su sitio, tal y como debe de ser.
Aproveché para limpiar el pasado y cerrar silenciosamente las puertas que se tenían que cerrar porque ya no tiene sentido que estén abiertas. Porque mantenerlas abiertas sería insistir en el dolor y en un tiempo que no volverá más. Pero joder, esos ojos grises y esas manos arrugadas que tantas tortillas me han preparado...esa voz de la sabiduría que me ha dicho que sabe que ya no me volverá a ver nunca más. Y es cierto...porque el tiempo se encarga de poner todo en su sitio, tal y como debe de ser.
Madrid lo tenía ahí con toda su "algarviada" y esas tapas que me vuelven loca a cambio de una clara bien fresquita. Sol vomitando a toda esa gente que yo nunca he sabido decir de donde sale. Los manteros que me han vendido unas gafas de sol "Roybon" por tan solamente cinco eurillos. Los hermanos gemélos de Gran Via. La cumplicidad con mis amigos. Ah, y esas comidas que empiezan más bien casi a la hora que es para cenar en mi país. Un español siempre tiene algo más que decir en la cocina aunque insista en que nos vayamos todos al salón. Digo yo que los aperitivos tienen mejor sabor cuando son comidos ahí de pie, entre ollas y la encimera llena de cucharras de palo grasientas de mover la comida.
Madrid me encanta y por eso no vacilé a la hora de hacer publicidad entre mis paisanos. Aquí lo tenéis publicado en Fugas. Pero que quede claro que para mí es mucho más que esos cinco puntos que describo. Hay algo muy íntimo y de desarrollo interior que me atraerá siempre a Madrid. Y es por eso que mi sexto sentido me dice que mi historia con Madrid no es cosa del pasado.
http://fugas.publico.pt/DicasDosLeitores/332417_as-5-coisas-de-que-eu-mais-gosto-em-madrid
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